La búsqueda cuántica, un ejemplo de la construcción del conocimiento científico
El físico Niels Bohr dijo que una persona que no se indignó al oír por primera vez la teoría cuántica, en realidad no había entendido lo que le habían dicho. Cuando los físicos se ponen a analizar lo que significan las matemáticas que emplean para describir fenómenos como el comportamiento de un material semiconductor o la colisión de partículas de alta energía, el camino se pone escabroso y llegan a preguntas como ¿de verdad algo puede ser una partícula y onda al mismo tiempo? La realidad es que pocos se sienten cómodos con dicha teoría.
Si alguno llega al callejón de las paradojas, puede resguardarse en la interpretación de Copenhague, desarrollada por Bohr junto con Max Born y Wener Heisenberg, entre otros, y que en términos prácticos sostiene que existen límites sobre lo que se puede conocer del mundo y que sólo nos queda aceptar las cosas como son (o como decía el físico David Mermin: “¡cállate y calcula!”).
Por otro lado, están los rebeldes, los que no calculan callados y que buscan saber qué tanto hay en la teoría cuántica. Desde aproximadamente la década pasada, han comenzado a argumentar que la única manera para seguir adelante es demolerla y empezar de cero (eso sí, cada quien tiene su idea de cómo se debe dar esta reconstrucción cuántica). Todos concuerdan en que los físicos pasaron todo el siglo pasado observando a la teoría cuántica desde el ángulo incorrecto; de encontrar la perspectiva adecuada, las cosas serían claras y los misterios, como la naturaleza cuántica de la gravedad, se resolverían.
Lucien Hardy, de la Universidad de Oxford en Reino Unido, por ejemplo, propuso en 2001 que la teoría cuántica debería derivarse de un pequeño grupo de axiomas a cerca de cómo las probabilidades pueden ser medidas en cualquier sistema (algo así como que lanzar una moneda al aire tiene un número de estados puros de dos, por las dos caras). Sin embargo, la probabilidad trabaja diferente en el mundo cuántico. Hardy argumenta que el principal objetivo de su propuesta era mostrar cómo la física cuántica puede ser replanteada como una teoría general de probabilidad.
La realidad que vive la teoría cuántica nos lleva a parafrasear a Paul Feyerabend, filósofo de la ciencia, quien sostenía que la única verdad absoluta en la ciencia es que en la ciencia no existen verdades absolutas. Para construir conocimiento científico, se debe partir de la noción de que nada se encuentra establecido para siempre, y que siempre se están desarrollando nuevas ideas que ayudan a dar mejores explicaciones, mismas que en el futuro serán sustituidas por otras más efectivas, y así sucesivamente. Por tanto, las discusiones en torno a la teoría cuántica continuarán.
Muchos físicos del área tienen claro que, a pesar de los experimentos que se realizan desde hace años para tener resultados que se correlacionen con la teoría, el verdadero éxito de toda esta travesía será teórico. Una vez que se tenga un conjunto de principios físicos simples, la mecánica cuántica parecerá menos misteriosa.
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