Este viejo saco
digestivo te hermana con los erizos de mar
/ Porque es el ancestro de ambos. Vamos es tu tataratataratataratataratataratataratataratataratataratataratataratataratataratataratataratataratataratataratataratataratataratataratataratataratataratataratataratataratataratataratataratataratataratataratataratataratataratataratataratataratataratataratataratataratataratataratataratataratataratataratataratataratataratatarabuelo
(contando un “tatara” cada 10 millones de años).
Mira una foto cualquiera de un erizo de mar. Por ejemplo, esta. Mira lo
extraño que parece. Esas púas amenazadoras. Esa relajada y desafiante actitud de poncha-pelotas, viviendo tranquilo en una roca de un arrecife, paciendo en su inusual simetría pentarradial.
Tú tienes más parecido de lo que crees con ese inhóspito individuo. De hecho,
tienes más parecido de lo que crees con un erizo de mar y sus parientes como las estrellas y los pepinos de mar, en conjunto conocidos como equinodermos. Tú y yo y todos ellos y otros grupos más pequeños de animales (como los hemicordados, los lofoforados o tu presidente y su gabinete) somos parte un de grupo más grande que a los biólogos les dio por llamar deuterostomados.
Pon esta otra foto de equinodermos reposando junto a esta foto de humanos reposando y dile a alguien que señale las 5 diferencias. Fácil. Ahora, haz enojar a ese alguien y dile que
señale las 5 similitudes.
No es evidente porque somos del mismo grupo y mucho menos evidente sería decir que
somos el mismo grupo familiar, que en algún momento tuvo un ancestro en común. Hasta ahora, los científicos nos han hermanado por algunas características del desarrollo embrionario, como la forma en la que se dividen las primeras células que nos forman, y por
parecidos encontrados en nuestros genomas.
Pero lo más difícil no es asignar esas similitudes, sino tratar de imaginar a un animal
que fuera el pariente ancestral de todo esos grupos. El deuterostomado al que hay que hablarle de usted porque fue tu mayor y te merece respeto, diría tu abuelo. El deuterostomado ancestral.
A la realidad le gusta alardear de que puede superar a cualquier intento de
imaginación, y este parece ser el caso. El extraño animal de la imagen de arriba a la izquierda es la reconstrucción basada en la imagen de arriba la derecha, la fotografía de un minúsculo resto fósil encontrado en el sur de China. Ahí, los paleontólogos Jian
Han, de la Universidad del Noroeste de China, y Simon Conway Morris, de la Universidad de Cambridge, Reino Unido, junto con un equipo de tres investigadores más, excavaron toneladas de suelo y roca en busca de restos de animales de hace unos 540 millones de años.
En esas fechas, en el momento de la historia de la Tierra que los científicos llaman Cámbrico temprano, los animales eran una auténtica panoplia de alternativas de vida. Nadie imaginaba que podía haber animales como aquellos hasta que los fueron extrayendo de las rocas y los científicos tuvieron que reconocer que sí, que la vida a veces toma
caminos inusuales y que no todos esos caminos tienen, o tuvieron, un futuro. Algunos millones de años después, ya pululaban en las aguas los primordios de los vertebrados y de los equinodermos y de otros deuterostomados, pero el ancestro que los une debió ser un poco más viejo. Y hasta hace poco hubiéramos dicho: sepa el Cámbrico cómo
se veía.
Ahora parece que sabemos. Han, Conway Morris y su equipo analizaron con microscopios
electrónicos y tomografías computarizada los milimétricos fósiles que encontraron en las rocas chinas. Se sorprendieron de observar que había una multitud de pequeños animales parecidos a saquitos con boca. Bautizaron a la especie Saccorhytu coronarius,
y luego de un estudio detallado, lo asignaron como cercano a los deuterostomados.
Paradójicamente, este animal brilla más por lo que le falta que por lo que tiene, pues a pesar de que su boca ocupa una gran parte de su cuerpo, y de que está circundada por protuberancias y orificios pequeños, este animal no parece tener un orificio principal de salida. “Puede que el ano esté ausente”, escriben los autores en el artículo publicado esta semana en la prestigiosa revista Nature, lo cual abre una serie de preguntas. Como todo animal que se precie, Saccorhytu coronarius claramente comía… ¿pero luego?
Los investigadores tienen motivos para creer que es probable que este viejo saco con boca viviera entre los granos de arena de las playas. No hay que dejarnos engañar por su aspecto monstruoso y amenazador: no medía más de un milímetro de largo. Allí, probablemente devoraba a presas más pequeñas. Los investigadores especulan que excretaba lo que no digiriera por una serie de aperturas laterales más pequeñas distribuidas alrededor de su boca. Para tratar de llevar al reino de la imaginación este habitante notable del reino de la realidad, visualicémoslo como una bolsita de digestión animal. La comida debe entrar, por principio de cuentas, pero la salida… la salida es asunto de otra ventanilla.
Han, Conway Morris y sus colegas también admiten que es posible que simplemente no hayan podido encontrarle el ano, por mucho que lo buscaran. Después de todo, los deuterostomados comparten un rasgo: cuando sus embriones se desarrollan, el primer orificio que se forma es, precisamente, el ano, y resultaría irónico que el ancestro de todos ellos se destacara por carecer de él. Probablemente pensando en ello, los investigadores también sugieren que el orificio de entrada de Saccorhytu coronarius era
el mismo que el de salida. Y esto ya no suena tan descabellado. Después de todo, en algunos casos la distinción es borrosa, como lo sabe todo aquel que haya escuchado relatos de salas de urgencias o discursos de políticos, en los que se prueba respectivamente que a veces por el orificio de salida pueden entrar alimentos y por el de entrada pueden salir excrementos.
En ese caso, en Historias Cienciacionales nos gusta pensar que quizás toda esta discusión sobre los orificios de Saccorhytu coronarius muestra que en 540 millones de años no han cambiado tanto las cosas, al menos en lo que a discusiones escatológicas se refiere.
Dicho lo cual, te dejamos aquí con nuestro minúsculo y notable ancestro más lejano
encontrado hasta ahora.
______________________
Las
imágenes fueron tomadas la nota de The Guardian, pero son originales
del artículo de Nature.
Aquí
el artículo original de Han, Conway Morris y sus colegas:
http://ift.tt/2kk1zuO
Aquí
la cobertura de phys.org (en inglés):
http://ift.tt/2k9eKfI
Aquí la cobertura
del diario ABC (en español):http://ift.tt/2kLoJH4
Aquí la nota de The
Guardian:
http://ift.tt/2jNJLEM
from Tumblr http://ift.tt/2krf2yy
via IFTTT