Las rocas de la Luna hablan del impacto titánico que les dio origen
/Al principio, los cielos de la Tierra no tenían Luna. Era la infancia del planeta y sus días duraban entre 2 y 3 horas. Nuestro planeta podría haber sido para siempre un astro solitario, como Venus, de no ser por Tea.
Este segundo planeta en formación, que probablemente era del tamaño del Marte actual, impactó contra la Tierra infante. Fue un golpe descomunal, titánico. La Tierra comenzó a girar más lento, casi a su velocidad actual. Salieron volando al espacio toneladas y toneladas de polvo y fragmentos de roca, provenientes de ambos cuerpos planetarios. Ese material se quedó flotando alrededor de la recién impactada Tierra en un disco de polvo. Con el tiempo, aquel disco se fue reuniendo en un solo cuerpo, que se quedó orbitando la Tierra, dándole siempre la misma cara. Ahora, los poetas le escriben y los lobos le aúllan.
Esta es la teoría más aceptada para la formación de la Luna. Fue propuesta en su forma actual en los años ochenta, y desde entonces se han encontrado múltiples evidencias en su favor: los momentos angulares (la intensidad de su rotación) de la Tierra y la Luna, la composición casi idéntica de muchas rocas en la Tierra y en la Luna, que la Luna sea menos densa que la Tierra y que tenga menos hierro (para cuando sucedió el impacto, el hierro se había hundido al centro de la Tierra). Se han planteado muchos modelos que predicen todos estos resultados finales, pero que también ponen en evidencia algo que no se había podido encontrar, y es que la Luna debía tener material de Tea, además del de la Tierra. (El nombre de Tea, que es en la mitología griega la madre de Selene, diosa de la Luna, fue propuesto por el geoquímico inglés Alex N. Halliday en el 2000.)
Sin embargo, la semana pasada un equipo de científcos alemanes, dirigidos por Daniel Herwatz de la Universidad de Köln, han encontrado rastros de aquél planeta en formación que chocó con la Tierra. A diferencia de otros estudios que usaron rocas lunares enviadas al espacio por meteoritos y luego caídas a la Tierra, Herwatz y sus colegas analizaron la composición química de rocas traídas directamente de la Luna por las misiones Apolo. Encontraron que la proporción de isótopos de oxígeno en esas rocas era ligeramente diferente a la de la Tierra. Esto para ellos es evidencia de que en la Luna también hay material de Tea, que no se parece alas rocas de la Tierra ni a las de otros cuerpos planetarios del sistema solar.
Este trabajo apoya la teoría de la formación de la Luna por un impacto gigante. De ser cierta, podríamos decir que la Luna es la hija de un amor intempestuoso, destructivo y fugaz entre Tea y la Tierra.
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[En la imagen se muestra una representación artística del encuentro entre Theia y la Tierra. Tomada de este sitio de la NASA.]
Aquí el artículo original, publicado la semana pasada en la revista Science.
Aquí la nota fuente, de la revista Nature.
Aquí una explicación (en inglés) de diferentes aspectos de la teoría, con asombrosos videos de simulaciones computacionales del impacto.
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