Revivamos a los fósiles en un mundo digital
Cuando George Cuvier, paleontólogo francés del S. XIX, analizaba aquel diente de mastodonte que más tarde le serviría como evidencia para argumentar que la extinción de las especies ocurría, pasó horas dibujando cada detalle de aquel molar fosilizado. No olvido nada. Después, con el paso de los años y el aumento de su fama, los dibujos de fósiles por correspondencia para el análisis del ahora famoso paleontólogo del que todo Europa hablaba llegaban al por mayor. Fue de esta forma que Cuvier, sin siquiera haber puesto un pie en Argentina, logró plantear de forma correcta que hace tan solo unos miles de años había merodeado un perezoso gigante por esas tierras. Nunca lo hubiera logrado si la gente no se hubiera animado a dibujar y compartir sus descubrimientos.
En otro suceso de la paleontología, pero del siglo XX, uno de los primeros fósiles que daban evidencia del origen de los terápodos (grupo de animales con cuatro extremidades, al que pertenecemos), el Acanthostega gunnari, descubierto en 1987 por Jeny Clack, en una expedición al este de Groenlandia, fue reportado como un animal que contaba con 5 falanges y se decía que demostraba la homología de los tetrápodos. Sin embargo, tuvieron que pasar 11 años para que Mike Coates lo revisara y reportara que no eran 5 sino 8 falanges, recorriendo el surgimiento de los tetrápodos de cinco falanges, como nosotros, otros tanto de millones de años.
Estos pequeños fragmentos de dos grandes historias pretenden ilustrar como se ha llevado la paleontología de manera tradicional. Sin embargo, en fechas recientes, el uso y desarrollo de nuevas tecnologías está transformando la forma de hacer paleontología.
Ahora, con la introducción de tomografías de rayos-X, algunos investigadores han sido capaces de extraer y transformar en formato digital los fósiles que estudian en una fracción de tiempo menor del que se invertía haciéndolo a mano y sin el riesgo de dañarlos.
Además, los resultados no solo han revelado características internas y externas con detalles sin precedentes, sino también dan una opción que difícilmente se había podido lograr, la colaboración con equipos de investigadores en cualquier parte del mundo, permitiendo así aumentar la velocidad de los análisis.
Sin embargo, John Cunningham, quien publicó una revisión de estos métodos, comenta: “A nivel práctico, simplemente no tenemos la infraestructura para almacenar y compartir las grandes cantidades de información que describen a los fósiles y las políticas de los museos líderes(en paleontología) protegen a sus fósiles con copyright están limitando el intercambio de datos a nivel legal”. Stephan Lautenschlager, coautor del estudio, añade: “El incremento en la disponibilidad de avateres fósiles (como se les ha llamado) nos permitirá traer animales extintos a la “vida” de forma virtual, por medio del uso de modelos computacionales que investiguen sus movimiento y su tipo de alimentación”.
Por su parte Imran Rahmas, también coautor, comentó: “Los paleontólogos están haciendo disponibles sus avatares fósiles de manera gratuira como archivos para impresión en 3-D y así, pronto, cualquiera que quiera uno podrá tener un modelo científicamente exacto de su fósil favorito, para investigar, enseñar o simplemente para divertirté”.
Con esto en mente, ahora imaginan a un Cuvier recibiendo los archivos por internet o a una Jeny Clack sometiendo a rayos-X su fósil de Acanthostega gunnari. Seguramente ambos hubieran obtenido sus resultados a una mayor velocidad y ni se diga si no existieran restricciones de copyright.
En la imagen vemos la reconstrucción digital de un cráneo del dinosaurio Erlikosaurus, hecha por el Dr. Stephan Lautenschlager. Tomada de la nota fuente.
Fuente en la University of Bristol.
Artículo en Trends in ecology and evolution.
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Muy buen aporte, muy recomendable! Un cordial saludo.