Voces de humanos, voces de elefantes
/ En un principio, humanos y elefantes vivían juntos pacíficamente, cuenta la tribu Samburu del norte de Kenya. Un día, un elefante tuvo un malentendido con una de las mujeres de la aldea. Después de una agria discusión, el elefante decidió abandonar a los humanos por ingratos. Antes de irse, dijo: “Ya no viviré más en tu aldea, pero seguiremos siendo amigos; les brindaré mi buena voluntad cuando nos encontremos en la jungla y los ayudaré cuando lo necesiten”. Así es como los elefantes y los humanos dejaron de vivir juntos.
Para la tribu Samburu, los elefantes son una parte esencial de su cultura. Piensan en ellos como hermanos de sangre. Comer su carne es considerado canibalismo. Cuando encuentran un cadáver de elefante, le brindan los mismos ritos que le brindarían a una persona de su tribu. Matar un elefante es motivo de duelo, y aquel que lo haga con motivos egoístas quedará maldito de por vida. En general, los samburu son uno de los grupos humanos de Kenya que convive más pacíficamente con los elefantes. Sin embargo, la creciente competencia por los recursos (el acceso al agua, sobre todo), ha encendido el conflicto entre elefantes y los samburu en los últimos años.
Al parecer, los elefantes también han resentido estos conflictos, que ocasionalmente tienen desenlaces mortales para ambos lados. Un estudio coordinado por Joseph Soltis y Anne Savage, investigadores del Animal Kingdom de Disney y de la Universidad de Oxford, muestra que los elefantes africanos que viven cerca de los samburu son capaces de reconocer las voces de los hombres de esta tribu y huir de ellas.
Cuando los investigadores reprodujeron voces grabadas de hombres Samburu para elefantes que viven en libertad, estos se alejaron de la fuente de sonido, más de lo que se alejaban del zumbido grabado de abejas. La huida iba acompañada de movimientos que denotaban ansiedad y temor en los paquidermos y, muy importantemente, de vocalizaciones que parecían ser de aviso. Esto llamó la atención de los investigadores, así que grabaron esas vocalizaciones y luego las reprodujeron para otros grupos de elefantes. Para su sorpresa, las vocalizaciones causaban en los elefantes la misma respuesta que los sonidos originales; el llamado de aviso provocado por los Samburu causaba una reacción más fuerte que el llamado de aviso causado por abejas. Para los investigadores, esto demuestra que los elefantes son capaces de emitir y entender diferentes sonidos según las diferentes amenazas, y eso incita a lo científicos a averiguar si hay más similitudes entre los sonidos de los elefantes y el lenguaje humano.
Pero, ¿cómo reconocen los elefantes los diferentes tipos de amenazas?
La tribu masái, a diferencia de los samburu, tiene una relación tempestuosa con los elefantes. Cuando se trata de defender a sus rebaños o vengar a un miembro de la tribu muerto por una estampida, los masái no dudan en matar a un elefante, sea culpable o no. Después de muchos años de esta relación, los elefantes parecen saber que los masái se cuentan entre su creciente lista de enemigos.
Según un estudio de Karen McComb y Graeme Shannon y su equipo de la Universidad de Sussex y del Proyecto de Investigación del Elefante en Amboseli, Kenya, los elefantes que conviven con los masái son capaces de distinguir por sus voces a los miembros de esta tribu de otros grupos humanos, e incluso distinguen a los miembros peligrosos de los masái de los miembros no peligrosos. Los investigadores reprodujeron cerca de donde había manadas de elefantes voces grabadas de cuatro diferentes personas: un hombre, una mujer y un niño masái, y un hombre kamba (quien decía el mismo mensaje que los masái, pero en su lengua). La voz del hombre masái causaba en los elefantes una respuesta de huida, efecto que no ocurría con las voces de la mujer o el niño masái, ni con la voz del hombre kamba, perteneciente a una tribu que rara vez tiene encuentros con los elefantes. Es decir, los elefantes fueron capaces de distinguir no sólo las diferentes lenguas humanas, sino también las sutiles diferencias vocales entre quienes las usaban. Los investigadores creen que los elefantes poseen la capacidad cognitiva para reconocer estas diferencias, pero la respuesta específica a los masái debe de ser aprendida culturalmente por cada elefante a lo largo de su vida.
Según las leyendas masái, los elefantes también fueron alguna vez amigos de los humanos, pero terminaron por abandonarlos. Los dos estudios científicos recientes muestran que los elefantes ahora no consideran amigos a ninguna de estas tribus y, más importante aún, saben reconocerlas sólo por sus voces. Quizá volviendo a ofrecerles nuestra amistad podamos aprender más acerca de los paquidermos y averiguar si las diferencias entre sus mentes y las nuestras quizá sean más pequeñas de lo que pensamos.
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Aquí la nota fuente, en Nature.
Aquí el estudio de Soltis, Savage y sus colegas, publicado en PLoS One el mes pasado.
Aquí el estudio de McComb, Shannon y sus colegas, publicado Proceedings of the National Academy of Sciences la semana pasada.
Aquí un artículo sobre la relación entre los samburu y los elefantes, de la organización Save the Elephants con sede en Kenya.
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