Suyo, Míster Darwin
/ Quizá la última hoja de papel que llegó a tu buzón sea un recibo de pago, o alguna propaganda indeseada de un restaurante de comida china. Pero uno debe recordar que algún día esas pequeñas cajas recibían hojas de papel llenas de palabras escritas a mano que los destinatarios esperaban con expectación. Eran cartas de amor, de odio, de saludo, de afecto, de discusión, de invitación, de disculpa, de tentación, escritas directamente con la mano sobre el papel. Había también, por supuesto, cartas científicas. Uno de los personajes más prolíficos en su escritura epistolar fue Charles Darwin, a quien hoy le celebramos 205 años de su nacimiento.
Con cerca de 15,000 cartas escritas o recibidas, Darwin hizo gran parte de su trabajo científico a través de cartas. Es decir, la mayoría de sus destinatarios eran colegas naturalistas con quienes se enzarzaba en gruesas discusiones sobre el origen de las especies o a quienes pedía consejo para revisar partes de sus escritos. Después de tanta tinta intercambiada, muchos de esos colegas terminaban siendo sus más queridos amigos. Sucedió así con el botánico Joseph Hooker, a quien estuvieron dirigidas cerca de 1,400 de las cartas que Darwin escribió. Hooker fue el primero a quien Darwin le contó sobre sus ideas evolucionistas, en ese famoso pasaje que dice: “Estoy casi convencido (contrariamente a la opinión que tenía al comenzar) de que las especies no son (es casi como confesar un asesinato) inmutables.” Y unas líneas más abajo, le hace saber que tiene una explicación viable, que no se parece en nada a “las tonterías de Lamarck”: “Creo que he encontrado (¡vaya osadía!) la forma más simple por la cual las especies se adaptan exquisitamente a varios fines.”
La cercanía de estos naturalistas creció hasta tal grado que algunas de las cartas más emotivas escritas por Darwin iban dirigidas a Hooker, como aquella en la que le contaba de la muerte de su nuera durante el parto, pero también algunas de las más emotivas que Darwin recibió fueron del mismo Hooker, como aquella en la que el botánico le hacía saber de la muerte de su hija de 6 años, escrita tan sólo una hora después del fallecimiento. Es probable que si Darwin realmente hubiera cometido un asesinato, se lo hubiera confesado a Hooker, también por carta.
Por carta, Darwin también escribió a su mentor, el geólogo Charles Lyell mientras viajaba por el mundo en el Beagle; por carta recibió una síntesis de las ideas de Alfred Russell Wallace sobre la inmutabilidad de las especies, que lo llevó a ordenar sus notas y publicar El Origen de las especies un año después; por carta discutió con numerosos naturalistas, como el botánico Asa Gray y el zoólogo Thomas Henry Huxley (quien se convertiría en un acérrimo defensor de las ideas darwinianas). El estudio de este material epistolar es tan importante para el entendimiento de la figura de Darwin que la Universidad de Cambridge recientemente reunió todas las cartas conocidas del naturalista inglés y las publicó en 20 volúmenes. En ellas se observa, según la página de presentación del proyecto, “una imagen notablemente completa del desarrollo de su pensamiento”.
En el 205 aniversario del nacimiento de Darwin, podemos comenzar a seguir su ejemplo y escribir algunas cartas (virtuales también cuentan; nos gusta el siglo XXI) en las que, dentro de algunos años, alguien encuentre también una imagen del desarrollo de nuestro pensamiento.
Suyos,
Historias Cienciacionales.
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[En la imagen, Darwin en su estudio, donde suponemos que escribió la mayoría de sus cartas]
En este sitio de la Universidad de Cambridge puedes leer cerca de 1,000 cartas de Darwin, entre ellas, muchas de las dirigidas a Hooker.
Este es el top ten de las cartas entre Hooker y Darwin según los curadores del sitio de Cambridge.
Aquí el texto completo del primer libro sobre las cartas de Darwin, escrito por su hijo Francis.
Y aquí algunas felicitaciones de cumpleaños que Darwin recibió por carta.
Y ya entrados en calor, El Origen de las Especies, tomo 1 y tomo 2.
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