Altos niveles de cortisol para diagnosticar depresión clínica
Un estado de ánimo pobre y la falta de placer por actividades recreativas son dos características de la depresión clínica, una enfermedad común y severa que afecta a una de seis personas en alguna etapa de su vida. Identificar a aquellos que pueden desarrollar este padecimiento es importante por el alcance que tiene para hacer diagnósticos prontos y aumentar su calidad de vida. Sin embargo, no existían biomarcadores –esto es una sustancia que indica un estado biológico dado- para detectar a la depresión clínica en parte porque las causas y los síntomas son muy variados.
Partiendo de este problema, investigadores de diferentes instituciones británicas han detectado una manera de identificar a los adolescentes con más probabilidad de desarrollar dicha depresión: niveles elevados de cortisol, la hormona del estrés.
Los investigadores midieron los niveles de cortisol en la saliva de dos grandes grupos de adolescentes. El primero estaba conformado por 660 jóvenes que dieron muestras a las cuatro de la mañana en días de escuela por una semana, para volver a hacer lo mismo doce meses después. Los resultados mostraron que los niveles de cortisol se mantuvieron estables por un año. El segundo grupo consistió en 1198 adolescentes que dieron muestras de saliva por tres días escolares, también por la mañana.
Los datos recolectados durante todo el año sobre sus síntomas de depresión fueron correlacionados con los niveles de cortisol. A partir de esto, el primer grupo fue dividido en cuatro subgrupos, que iban de los adolescentes con niveles matutinos normales de cortisol y síntomas pobres de depresión (grupo 1) hasta llegar al grupo de chicos con niveles elevados de esta hormona y síntomas importantes de depresión (grupo 4). Posteriormente, hicieron lo propio con el segundo grande grupo. Debido a que ambos grandes grupos mostraron resultados similares, los investigadores los unieron y continuaron el estudio después de 12 y 36 meses.
El análisis de resultados mostró que los hombres del grupo 4 eran, en promedio, siete veces más propensos que los hombres del grupo 1 y de dos a tres veces más propensos que en los otros dos grupos a desarrollar depresión clínica. Además, estos jóvenes tuvieron catorce veces más probabilidad de sufrir una depresión más grande que la que podría sufrir alguien del grupo 1 y de dos a cuatro veces más comparados con alguien en los otros dos.
Por otro lado, las niñas del grupo 4 fueron cuatro veces más propensas que las del grupo 1 a desarrollar depresión. Esto ha permitido a los investigadores proponer que las diferencias de género tienen relación en cómo se desarrolla la depresión.
Para terminar de comprobar que el cortisol es un biomarcador de la depresión clínica, los investigadores tenían que demostrar que las personas del grupo 4 eran verdaderamente diferentes a los de los demás grupos. Para esto, realizaron exámenes de memoria sobre eventos pasados en su vida. Hombres y mujeres del cuarto grupo demostraron ser malos para recabar memorias autobiográficas. Esto sustenta la idea de que altos niveles de cortisol suprimen la memoria personales del pasado.
Este trabajo demuestra que los altos niveles de cortisol, combinados con síntomas de depresión, son suficientes para diagnosticar la enfermedad. Además, abre la posibilidad de reducir el número de personas que sufren de depresión, dirigir planes de prevención e intervenciones para reducir la cantidad de episodios de depresión y sus consecuencias en la vida adulta.
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Fuentes:
Artículo original, Nota fuente de Sciencedaily.
Melancolía de Louis Lagrenée. Foto tomada de este sitio.
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