Las historias emotivas cambian nuestro cerebro (y nuestra sociedad)
/ Como seres sociales, los humanos hemos utilizado las historias como una manera efectiva de transmitir información importante y valiosa a otros individuos y comunidades. Curiosamente, las historias más personales y emotivas son las que tendemos a recordar mejor. La industria del entretenimiento claramente aprovecha esto: una gran cantidad de novelas, cuentos, películas, series y revistas se basan en contar historias.
Paul Zak, del Centro de Estudios Neuroeconómicos de la Claremont Graduate University, en Estados Unidos, se ha obsesionado durante años con una pregunta: ¿por qué nos gustan las buenas historias?. “Las historias son poderosas porque nos transportan al mundo de otras personas, pero, al hacerlo, cambian la manera en la que funcionan nuestros cerebros –y potencialmente cambian nuestra neuroquímica– y eso es lo que significa ser una criatura social”, dice este economista.
Para entender cómo una historia influye en nuestro cerebro, Zak ha utilizado la historia real de un padre y su tristeza porque su hijo Ben de dos años y medio tiene una enfermedad terminal. Zak y su equipo estudia la respuesta conductual que causan las historias emotivas en las personas al presentarles dos narrativas: una en donde el padre de Ben habla sobre lo difícil que es jugar con su hijo, sabiendo que fallecerá, y otra en la que Ben y su padre pasean en el zoológico sin nunca mencionar la enfermedad del niño.
Los resultados muestran que las personas que vieron la historia emotiva experimentaron principalmente dos emociones: angustia y empatía. Además, el equipo recolectó muestras de sangre de los voluntarios antes y después de ver la historia de Ben. Así, encontraron que el cuerpo producía dos hormonas: cortisol –relacionado con la respuesta a estrés y la atención– y oxitocina –relacionada con la empatía, generosidad y conexión emocional–. Entonces, concluyeron que las historias cambian nuestra conducta al liberar diferentes sustancias químicas que actúan en nuestro cerebro. Al final de la prueba, las personas que vieron la historia de Ben y su enfermedad donaron más dinero (de una cantidad que se les ofrecía por ser voluntarios) a una caridad, que las que observaron la historia del zoológico. Además, por medio de imágenes de resonancia magnética funcional, encontraron que la historia emotiva fue capaz de activar regiones del cerebro encargadas de la comprensión de los deseos y sentimientos de otros, además de áreas relacionadas con la empatía.
Cuando vemos una obra de teatro o una película, escuchamos una canción o leemos una novela, un cuento o una historia cienciacional, nos sentimos motivados y conectados a otras personas. Esto es, finalmente, la base de una sociedad humana.
______________________
Esta es la primera colaboración de Rodrigo Pérez Ortega con Historias Cienciacionales. Rodrigo estudia la carrera de Investigación Biomédica Básica y actualmente realiza su tesis sobre la enfermedad de Alzheimer. Le gustan las neurociencias, el té, la (buena) comida y estudiar otros idiomas.
Nota de Psyblog.
Paul Zak en Future of StoryTelling
“Cómo las historias cambian nuestro cerebro”, artículo de Paul Zak.
Artículo de Paul Zak sobre la oxitocina y generosidad.
[Imagen: Opened Wisdom, del fotógrafo Freddie Ardley. Pueden entrar a su página personal aquí]
via Tumblr http://ift.tt/1gIxApq