¿Quién reinaba antes del rey?
/ La famosa portada de la novela Parque Jurásico, de Michael Crichton, podría nunca haber tenido el esqueleto de nuestro bienamado T. rex si no fuera por dos sucesos importantes: uno, si al diseñador Chip Kidd de la editorial A. Knopf no se le hubiera ocurrido calcar y entintar la ilustración de un esqueleto de tiranosaurio que vio en un libro que compró al salir del Museo de Historia Natural de Nueva York, y dos, si Siats meekerorum no se hubiera extinguido y dejado el trono del depredador del Cretácico vacío.*
Siats meekerorum fue el nombre que eligieron Lindsay Zanno y sus colegas en la Universidad Estatal de Carolina del Norte, en los Estados Unidos, para bautizar al dinosaurio carnívoro que encontraron enterrado en el estado de Utah en 2008. Meekerorum es en agradecimiento a la familia Meeker, por su apoyo al trabajo paleontológico de Zanno y sus compañeros. Siats es en honor a un monstruo devorahombres según una leyenda del pueblo indio Ute, que habita en el mismo estado que habitó este dinosaurio durante el Cretácico Tardío.
Siats meekerorum probablemente también fue un monstruo, pero que no devoraba una sola especie, sino cuanta presa podía atrapar. Nadie lo cazaba a él. Era, en términos ecológicos, un depredador ápice o, en términos ecológicos más emocionantes, un superdepredador.
Cuando se piensa en toda la sangre de dinosaurio derramada durante el cretácico, uno invariablemente tiene la imagen del Tyrannosaurus rex en la cabeza. Sin embargo, el rey pertenece a un grupo de dinosaurios terópodos (los terópodos son dinosaurios carnívoros que en nuestra mente tienen dientes demasiado afilados y patas delanteras demasiado cortas) que sólo fueron superdepredadores durante los últimos millones de años del Cretácico y sobre todo en América del Norte. Antes de ellos, los verdaderos derramadores de sangre, en ese y otros continentes, fueron otros grupos de terópodos, que incluso llegaron a superar en tamaño y peso a los tiranosaurios. Siats meekerorum pertenece a uno de aquellos grupos. El ejemplar encontrado por Zanno y su equipo, formado por algunas vertebras, parte de la pelvis y parte de una pata trasera, tiene unos 98 millones de años de antiguedad. En ese momento, ya había algunos tiranosaurios, aunque ninguno era tan grande como lo sería el T. rex. Para Zanno y su equipo, eso significa que Siats meekerorum estuvo más arriba que los ancestros del rey en la cadena alimenticia.
Para Dave Hone, paleontólogo que escribe para The Guardian, el descubrimiento de Siats meekerorum muestra que las relaciones entre los depredadores del mesozoico no son tan diferentes a las de los depredadores actuales. Por los fósiles de dinosaurio encontrados hasta ahora, se suele pensar que un solo tipo de superdepredador dominaba regiones enteras del planeta. Por ejemplo, los tiranosaurios en lo que hoy es América del Norte, o los alosaurios en los continentes sureños. Actualmente, no observamos ese patrón, pues en una sola región pueden sobrelaparse diferentes depredadores. El hecho de que un carcarodontosaurio como Siats meekerorum haya convivido con tiranosaurios nos dice que el sobrelapamiento también ocurría en esos tiempos. Pensar en un encuentro entre Siats y un tiranosaurio sería un poco como pensar en un encuentro entre un puma y un jaguar, con la diferencia de que tal vez entre los felinos no haya favorito, pero entre los terópodos Siats se llevaba todas las apuestas.
Sólo tras la extinción de Siats Meekerorum, un rey del Cretácico sin corona, los tiranosaurios evolucionaron hasta tallas tan grandes como la del T. rex. Si eso no hubiera pasado, tal vez en la portada de Parque Jurásico hoy habría un Siats meeekerorum en lugar de nuestro monarca favorito. Pero, tal como puedes ver en la imagen del paleoartista Jorge Gonzales, eso no le habría restado ni un pico de emoción a la historia.
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*Hay un tercer suceso que hubiera modificado la portada de la novela de Crichton en universo paralelo: que el autor hubiera elegido ser coherente con el título de su obra y los dinosaurios que aparecen en ella. A los paleontólogos les resulta extraño que nadie se queje de esta incongruencia temporal, pues para ellos poner velociraptores y tiranosaurios rexes en un libro con la palabra Jurásico es algo tan grave como incluir a Los Beatles o a los Rolling Stones en una colección de música del siglo XIX. Para ponerlo en escala, hay menos años de distancia entre nosotros y el T. rex que entre el T. rex y el final del Jurásico.
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La imagen de Jorge Gonzales, que muestra a Siats con plumas, apéndices que ahora se sabe que probablemente tenía todo su grupo, fue tomada de la nota fuente:
Aquí está la nota fuente: http://news.ncsu.edu/releases/new-predator-dinosaur-siats/
Aquí el artículo original, publicado en Nature Communications esta semana: http://www.nature.com/ncomms/2013/131122/ncomms3827/full/ncomms3827.html
Aquí la charla de Chip Kidd en TED, donde narra su momento de inspiración: http://www.ted.com/talks/chip_kidd_designing_books_is_no_laughing_matter_ok_it_is.html
via Tumblr http://historiascienciacionales.tumblr.com/post/67966838992