Tu comida a la basura: el incómodo desperdicio de alimentos
El río Volga es majestuoso. Nace en las colinas de Valdái, entre las ciudades rusas de Moscú y San Petersburgo, y recorre al menos 3 700 kilómetros hasta que desemboca y muere en el mar Caspio. Desde las alturas del puente de Sarátov, el más largo de Europa y que cruza el río por completo, se observa tranquilo, plácido. Pero lejos de ser un cuerpo de agua inerme ante las fuerzas de la naturaleza, el Volga ruge furioso: cada segundo, unos ocho millones de litros fluyen por su curso.
Según un estudio de la FAO, titulado La huella del desperdicio de alimentos: impactos en los recursos naturales y publicado este año, un volumen equivalente a la descarga anual de agua del Volga se utiliza para producir, cada año, toneladas de alimentos que nunca serán ingeridos y terminarán en el depósito de basura.
De acuerdo al informe, el 54% de desperdicio se produce en etapas iniciales de la producción, manipulación y almacenamiento de alimentos; el 46% restante ocurre durante su procesamiento, distribución y consumo.
En un planeta con 842 millones de personas que no tienen suficiente para comer, y donde más seres humanos mueren de hambre que de enfermedades como la malaria, el SIDA o la tuberculosis, esta aseveración parece absurda pero representa una verdad incómoda. Y es que las abrumadoras cifras sobre el desperdicio de alimentos no sólo comienzan a cuestionar las promesas de tecnologías agrícolas que surgieron en los noventas, y que dieron su palabra de erradicar el hambre mundial. Ahora, también llegan para alertar sobre el enorme impacto ambiental que se ha originado como consecuencia del desecho de alimentos que quizá no cumplían con estándares estéticos o habían vencido su fecha de exhibición –mas no de caducidad. Estas fallas en la cadena alimentaria provocan daños que afectan el clima, el agua, el suelo y la biodiversidad.
Se estima, por ejemplo, que 3 300 toneladas de gases de efecto invernadero fueron liberadas a la atmósfera en 2007, resultado de la producción, procesamiento y distribución de alimentos que nunca llenaron ningún estómago. La cifra real podría ser mayor porque en el estudio no se tomaron en cuenta las emisiones ocasionadas por el cambio de uso del suelo.
Por otro lado, la FAO también calcula que, a nivel mundial, la extensión total de alimentos desperdiciados ocupó casi 1 400 millones de hectáreas ese mismo año –superficie equivalente al 28% de tierra firme en el planeta. Así se constituye una nueva e imaginaria nación, construida por rascacielos de carne y fruta, calles de todo tipo de cereales y largos ríos de blanca leche.
La desaparición de ecosistemas naturales y su sustitución por sistemas de producción agrícola masiva también representa una amenaza seria, sobre todo contra la biodiversidad: hoy en día, la agricultura es responsable del 66% de las especies amenazadas. Además, los principales impactos en este rubro se localizan en regiones tropicales y subtropicales, como América Latina.
La solución a estos problemas no es fácil ni rápida. Pero José Graziano Da Silva, director general de la FAO, sabe que el esfuerzo por transformar esta realidad no se puede hacer con unos cuantos. «Todos nosotros debemos hacer cambios en cada uno de los eslabones de la cadena alimentaria humana para evitar el desperdicio de alimentos, y reutilizar o reciclar cuando no podamos impedirlo», mencionó en una entrevista.
«Simplemente, no podemos permitir que un tercio de todos los alimentos que producimos se pierda o desperdicie debido a prácticas inadecuadas, cuando millones de personas pasan hambre todos los días».
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[Imagen obtenida de este sitio]
Aquí un video de la FAO que resume sus resultados en una animación.
El estudio completo puede encontrarse en esta liga.
¿Cómo ayudar a reducir el desperdicio de alimentos? Infórmate con esta iniciativa llamada Piensa, Aliméntate, Ahorra del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente.
via Tumblr http://historiascienciacionales.tumblr.com/post/67472268357