Sueños, fósiles y ornitorrincos
Hace muchos años, más de los que uno podría contar, se crearon todas las cosas. La Tierra tomó forma y la vida brotó dentro de ella: fluyeron los ríos, brillaron las estrellas, crecieron las plantas y nacieron los animales. Este fue el Tiempo del Sueño, época sagrada para los aborígenes de Australia.
Al crearse todas las cosas, los espíritus ancestrales también dieron vida al ser humano. Lo instruyeron en las artes de supervivencia y en la habilidad de contar historias. Así surgió el mito de la creación de los ornitorrincos y de su madre, Tharalkoo.
Tharalkoo fue una obstinada hembra de pato que desafiaba cualesquiera restricciones que sus padres le impusieran. Un día, le advirtieron no nadar río abajo, donde vivía Bigoon la rata de agua, “porque podría atraparla y llevarla por mal camino”. Al encontrarse con la pata, Bigoon la violó y la mantuvo presa hasta que Tharalkoo logró escapar. Cuando regresó a su hogar, todas las demás hembras estaban anidando, y ella las imitó. Pero de sus huevos, frutos de las fechorías con Bigoon, no salieron retoños comunes sino extrañas quimeras con patas y pico de pato y pelaje de roedor: los primeros ornitorrincos.
Pero hay más cosas, aparte de su naturaleza quimérica, que cautivan de este animal. Su nariz, por ejemplo, posee electroreceptores que detectan presas debajo del agua. Además, los machos poseen un espolón venenoso en sus patas traseras capaz de provocar el más agudo de los dolores.
Hasta hace poco se pensaba que el linaje del ornitorrinco era único, al menos en el registro fósil. Sin embargo, un descubrimiento reciente por paleontólogos de la Universidad de New South Wales ha cambiado este panorama. Al mismísimo son de Georges Cuvier, los investigadores encontraron un diente fosilizado, proveniente del área noroeste de Queensland, Australia. Al analizarlo, concluyeron que pertenecía a una especie de ornitorrinco gigante ya extinta. En honor a Tharalkoo, la pata testaruda, le nombraron Obdurodon tharalkooschild.
Obdurodon, cuya longitud estimada es de al menos un metro, aterrorizó las tierras australianas hace unos 15 o 5 millones de años –como pasa muchas veces en la ciencia, la ley de Murphy se hizo presente y la edad estimada del depósito donde se encontró el diente está aún en duda. Además de su enorme tamaño, este antiguo ornitorrinco poseía dientes poderosos que muy probablemente le permitían capturar presas mayores.
«El descubrimiento de esta especie fue sorprendente para nosotros: nos hemos dado cuenta de que en el árbol evolutivo de los ornitorrincos existen ramas que no habíamos anticipado”, explica Michael Archer, investigador del estudio, en una entrevista. Además, Obdurodon representa una pieza más para comprender el origen de los monotremados, grupo de mamíferos que conservan algunos rasgos reptilianos como la cloaca –cavidad del tracto digestivo– y la puesta de huevos.
Y aunque los fósiles más antiguos de los ornitorrincos sean de unos 61 millones de años y provengan de Sudamérica, Obdurodon tharalkooschild parece venir a recordarnos una época aún más antigua: el Tiempo del Sueño.
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En la imagen, una representación artística de Obdurodon tharalkooschild, que existió a mediados o finales del Cenozoico. Realizada por Peter Schouten.
Fuente en EurekAlert!
Artículo en Journal of Vertebrate Paleontology.
via Tumblr http://historiascienciacionales.tumblr.com/post/66975874282