¿Cuántas personas pueden decir que al despertar todas las mañanas esperan asombrarse durante su día? Probablemente la mayoría no hemos pensado en este deseo, pero Scott Gilbert sale de las generalidades: para él, el asombro es algo cotidiano. Embriólogo, profesor y autor de uno de los libros de texto más influyentes de biología del desarrollo, platica con Historias Cienciacionales sobre sus ideas y percepciones.
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Fuera de cualquier estereotipo de científico, Scott viste una llamativa camisa floreada. Su sonrisa eterna y la inmensa curiosidad que emiten sus ojos le dan un cierto aire infantil. Le agradecemos por aceptar nuestra entrevista y nos sentamos cerca de un ventanal. Afuera, el inclemente sol de Cancún baña a los turistas que disfrutan la playa mientras a nosotros nos acoge el aire acondicionado del 17º Congreso Internacional de Biología del Desarrollo.
Usted ha dedicado su vida a estudiar el desarrollo y cómo éste se relaciona con la evolución y ecología de los organismos. ¿Este conocimiento influye en su vida diaria?
Sí. Definitivamente influye en qué es lo que como, qué tan bien lo lavo o qué uso para lavarme las manos. Incluso determina en gran medida lo que estoy dispuesto a decirle a la gente para que cambie algunas de sus conductas. Creo que es muy difícil, incluso para los científicos mismos, decir “yo sé cuál es la verdad y, por tanto, te puedo decir lo que debes hacer; y ahora mismo te digo que lo estás haciendo mal”. Primero que nada, la ciencia no es realmente buena en decir cuál es la verdad; es mucho mejor diciendo qué es mentira. Además, creo que es pésima para hacer juicios morales.
Sin embargo, la ciencia debe de ser la base para lo que uno cree que es una buena acción. Hay varios ejemplos de ello. Tomen, por decir, la historia biblíca de Noé. Como biólogo, me parece realmente tonta, pero plantea preguntas interesantes. ¿Por qué Noé es reconocido como un hombre honrado? Creo que una de las razones es que Noé tenía que conocer los hábitos alimenticios de todas las especies en el arca. Entonces tenía que saber de ciencia para poder hacer lo correcto. Creo que esta noción de saber lo que es cierto, o lo que puede ser cierto, es lo que está detrás muchas buenas acciones. Entonces sí, creo que saber algo acerca de evolución, ecología y desarrollo influye en la manera en que hago las cosas y en cómo me comporto.
La diferencia entre la ciencia y la religión, me parece, es la diferencia en cómo se aprecia el asombro.»
Siento que ese conocimiento también te da un cierto sentido del asombro, el cual creo que es una cualidad crítica al momento de hablar con el público en general. La diferencia entre la ciencia y la religión, me parece, es la diferencia en cómo se aprecia el asombro. Éste tiene dos componentes. Uno es el sobrecogimiento, y de eso se obtiene la reverencia, el respeto y la religión. El otro es la curiosidad, de la cual se obtiene la ciencia. Tanto la ciencia como la religión tienen su fuente en el asombro. Y si eso es cierto, mantener las fuentes de asombro es absolutamente imperativo para tener tanto religión como ciencia.
Esta noción de asombro lo cambia a uno. Y me parece que la embriología es una fuente increíble de asombro. Por eso, cada vez que entro a mi laboratorio, espero ser asombrado. ¿Cuántos pueden decir eso? ¿Cuántos pueden decir que todos los días esperan asombrarse? Por eso creo que tengo mucha suerte de ser un embriólogo. Y por eso la gente cree que los embriólogos somos una clase de místicos. Creo, entonces, que es realmente importante exponerse al asombro.
¿Cree que la biología evolutiva del desarrollo ha modificado visiones predominantes en algunos campos de investigación aplicada, como en la medicina?
¡Uy , sí! Creo que la ecología evolutiva del desarrollo se trata de elecciones y aplicaciones. Ésta nos dice, por ejemplo, que el alimento que comen las mujeres embarazadas cambia la expresión de los genes en el cuerpo de sus hijos. Que nosotros no somos individuos, como solíamos pensar, sino que estamos hechos de simbiontes que constituyen el 90% de las células de nuestro cuerpo, y que éstos no sólo son compañeros de viaje que se alimentan de nuestra comida, sino que en realidad nos ayudan a desarrollarnos. Nuestras células madre podrían estar reguladas por nuestros simbiontes. La generación de nuestros capilares podría estar controlada por nuestros simbiontes. ¡Ciertas funciones cerebrales pueden ser reguladas por bacterias! Esto es la noción de que no somos mono-genómicos, sino una comunidad de células, y que tenemos que prestar atención a la sobrevivencia de la comunidad como un conjunto.
…esta noción de que no somos organismos autónomos es algo de lo que la medicina debe darse cuenta»
Esto tiene implicaciones totalmente nuevas. En cuanto a la medicina, yo esperaría que dentro de un año más o menos estemos viendo probióticos genéticamente modificados [los probióticos son alimentos con microorganismos adicionados que permanecen vivos en el intestino]. Es decir, no se trata de modificar el genoma humano. ¡No hay necesidad! Modificas el genoma de los simbiontes y dejas que las bacterias hagan el trabajo por ti.
Los seres humanos y nuestros simbiontes hemos evolucionado de manera co-dependiente, y creo que esta noción de que no somos organismos autónomos es algo de lo que la medicina debe darse cuenta. Por ejemplo, el hecho de que la leche de la madre tenga componentes que el bebé no puede digerir nos hace preguntarnos por qué están ahí. En realidad, son nutrientes para las bacterias buenas, y las están ayudando a colonizar el intestino. Entonces sí, la medicina deberá producir ungüentos y pastillas que estén basados en nuestros simbiontes. Creo que esto será enorme y siento que ya está empezando.
¿Por qué tendríamos que seguir enseñando biología del desarrollo y divulgándola al público en general?
Por muchas razones. La primera es que es una fuente de fascinación. En segundo lugar, da consciencia y conocimiento de uno mismo: ¿quiénes somos y cómo llegamos a ser lo que somos? El hecho de que alguna vez fuimos un óvulo fertilizado y que ahora estemos formados por todos estos órganos distintos te habla de que el desarrollo trabaja en muchos niveles. Uno de ellos, por supuesto, es muy práctico e importante: los problemas médicos. ¿Qué podemos hacer para evitar defectos natales? ¿Qué podemos hacer para tener un cuerpo más saludable?
También está la razón de que los seres humanos somos animales curiosos: ¿cómo se lleva a cabo la fecundación? ¿Por qué nuestro corazón se encuentra en el lado izquierdo del cuerpo? ¿Por qué no podemos regenerar nuestras extremidades como las salamandras? ¿Por qué, si tenemos ojos, siempre están en la cabeza?
Después está el sentido de la estética. Creo que el cuerpo resuelve una gran cantidad de problemas y eso nos da un sentido de apreciación estético. Muchas personas que conozco entran al mundo de la embriología por la simple belleza del embrión y porque este campo integra una diversidad enorme de ideas. Una muy importante es la idea de la dependencia de contexto. Por ejemplo, las BMP [las proteínas BMP son moléculas señalizadoras que orquestan a nivel molecular la formación de diferentes tejidos del cuerpo], que dependen de las células que las reciban. Ahí está la noción de que un agente es parte de su contexto; que no es autónomo.
Muchas personas que conozco entran al mundo de la embriología por la simple belleza del embrión…»
En resumen, para algunas personas, el desarrollo cumple con un sentido de control: “quiero controlar el desarrollo para hacer que la gente esté más sana”. Para otras personas, un sentido de curiosidad y, para unas más, un sentido de asombro y estética. Ésas serían las tres grandes razones: control, curiosidad y estética.
Actualmente existe una inclinación en la ciencia a crear equipos multidisciplinarios para estudiar distintos fenómenos. Dado que la ecología, la evolución y el desarrollo son disciplinas complejas por sí mismas, ¿cuál podría ser la mejor manera de crear un programa de investigación que las integre a todas?
Se necesita de muchas personas trabajando juntas. Pero se debe tener una pregunta y una hipótesis bien planteadas. De esta manera, puedes idear distintas perspectivas de cómo acercarte a tu problema. Esto es mucho mejor que tener a un solo especialista que te diga “yo soy un biólogo del desarrollo y esto se hace de tal manera”.
«No quiero ser interdisciplinario porque, en cierto sentido, no creo que las disciplinas existan de manera independiente.»
Piensen en las enfermedades cardiacas, por ejemplo. Yo soy un embriólogo y, como tal, veo a estos padecimientos de una cierta manera: como una malformación o un funcionamiento erróneo del corazón. Sin embargo, un fisiólogo los ve de otra forma, un biólogo celular de una distinta, y un epidemiólogo también lo verá a su modo. Puedes juntar todas estas perspectivas, unirlas y concluir: “Ah, esta enfermedad cardiaca surgió por múltiples cosas que interactúan entre sí; no hay una sola causa”. Las causas pueden ser distintas: fisiológicas, de desarrollo, políticas o ambientales.
Como lo dije al final de la charla de hoy: es la idea de una biología sin fronteras [Su charla en el congreso trató sobre ambientes tóxicos y cómo el desarrollo económico plantea retos al desarrollo biológico]. No quiero ser interdisciplinario porque, en cierto sentido, no creo que las disciplinas existan de manera independiente. Estamos todos en un gran mundo sincicial.
Muchísimas gracias por su tiempo y por la entrevista.
¡Por nada! Me da mucho gusto ser parte de este proyecto. Pero ahora me tengo que ir corriendo: hay una charla sobre tortugas con la que tengo que discrepar.
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Ficha biográfica
Scott F. Gilbert es professor de Genética, Embriología e Historia y Crítica de la Biología en el Colegio Swarthmore, en Estados Unidos. Hizo la carrera de Biología y la de Religión a la par. Tiene una maestría en Historia de la Ciencia y un doctorado en Biología. Fue parte de la División de Desarrollo y Biología Celular de la Sociedad para la Biología Integrativa y Comparada. Es miembro del comité de educación de la Sociedad para la Biología del Desarrollo, organización que en 2002 le otorgó el premio Viktor Hamburger por Excelencia en Educación y en 2004 el premio Kowalevsky en Biología Evolutiva del Desarrollo. Cuenta con varios premios más y dos doctorados honoris causa de universidades europeas. Actualmente, uno de sus temas de interés es el la evolución del desarrollo del caparazón de las tortugas.
En las publicaciones académicas de Scott Gilbert se refleja su interés por una biología sin fronteras. Uno de sus libros, Developmental biology [Biología del desarrollo] probablemente es el libro de cabecera de la mayoría de los cursos de biología del desarrollo. Va en su décima edición, y en cada una de ellas ha sufrido grandes cambios en el contenido, fruto del rápido avance de la disciplina en los últimos años. Su obra Ecological Developmental Biology [Biología ecológica del desarrollo], de la cual es coautor junto a David Epel, es una propuesta que integra los campos de la epigenética, la medicina y la evolución junto al desarrollo y la ecología. Fruto de su interés en la filosofía y la ética, publicó junto a dos estudiantes, Anna L. Tyler y Emily Zackin, un libro sobre bioética: Bioethics and the New Embryology [Bioética y la nueva embriología] . En esta obra, Gilbert y sus coautores abordan varios problemas contemporáneos de bioética a la vez que ofrecen el cocimiento científico que respalda sus posturas. Scott Gilbert es autor de varios artículos académicos que van desde los procesos moleculares del desarrollo del caparazón de las tortugas hasta la historia de la biología evolutiva del desarrollo.
También le gusta la fotografía, el hiking, y toca el piano en KNISH, la banda Klezmer de su universidad.
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Esta entrevista contó con el apoyo del Centro de Investigaciones Medianamente Serias (CIMS) y una versión ligeramente diferente se publicará en su sitio. Agradecemos a Alejandra Ortiz Medrano, Eugenio Azpeitia y Mariana Benítez por proponer algunas de las preguntas.
Una respuesta a «Scott Gilbert: “La embriología es una fuente increíble de asombro”»