Restaurando la obra maestra de un compositor del S XVIII
Es el siglo XVIII y el mundo de la música ve un creciente interés fuera de los círculos sociales del clero y la aristocracia. La música poco a poco se hace pública y se comienza a disfrutar fuera de los palacios, las iglesias, las casas de los nobles o de los escasos momentos en donde se oían durante las fiestas populares. Los gobiernos inician la construcción de teatros con el objetivo específico de que la música sea escuchada. Personas como Mozart, Beethoven, Bach, Haydn, Haëndel, Vivaldi o Cherubini se consolidan como personajes de la vida pública, para más tarde pertenecer a los libros de historia.
Es a finales del S. XVIII donde inicia nuestra historia, cuando Maria Luigi Carlo Zenobio Salvatore Cherubini, un compositor italiano de renombre se muda a Paris, en donde en 1797 compuso una ópera a la que llamó Médée. Cherubini, muy emocionado, realizó una presentación de su nuevo trabajo. Para su sorpresa, los críticos se mofaron de su trabajo, mencionando que era simplemente muy larga. A lo que, de acuerdo con la leyenda, en un acto de desafío, Cherubini simplemente oscureció las líneas de cierre para hacer su composición más corta. Por lo que, durante siglos, la obra maestra de Cherubini, a quien se le considera ampliamente como uno de los compositores más grandes de su tiempo, quedó incompleta.
Tuvieron que pasar 216 años, para que en el 2013, investigadores de la Universidad de Stanford, quienes operan Laboratorio del Acelerador Nacional SLAC, restauraran y recuperaran la obra maestra completa, por medio del uso de rayos X.
Los investigadores sabían de ante mano que cuando Cherubini compuso la obra, la tinta que se usaba en la época contenía grandes cantidades de metal y en el caos de Cherubini, la tinta usada fue una tinta conocida como “rozadura de hierro”. Ademas, las hojas en donde escribió el manuscrito se vendían con las líneas horizontales preescritas, y se sabe que contenían niveles altos de Zinc.
Teniendo esto en cuenta, los investigadores usaron su fuente de luz de sincrotrón (instalación para el uso de la radiación emitida por partículas que viajan a velocidades cercanas a la luz), para bombardear con rayos X el manuscrito, con el objetivo de que algunos electrones en el material fueran arrojados de sus órbitas de energía alrededor del núcleo de sus átomos, para ser sustituidos por electrones de una energía orbital diferente, lo que produce que rayos X secundarios, llamados fluorescencia, con la diferencia exacta de energía, sea disparada.
Esta excitación de los electrones eventualmente decae a su forma original y dispara la diferencia de energía en forma de rayos X y aprovechando que la diferencia de energía entra cada elemento es única, los rayos X fluorescentes se transforman en una especie de huella digital. Por lo que logra hacer visible las notas cubiertas por el carbón.
Ahora, gracias a estos investigadores, se podrá disfrutar de la ópera de Médée como Cherubini pretendía.
El resultado lo pueden escuchar aquí: http://news.stanford.edu/news/2013/june/lost_music_recording.mp3
Imagen: En la parte superior se observa el manuscrito como Cherubini lo dejó. Debajo se observa ese mismo manuscrito con diferentes fluorescencias arrojadas por los elementos contenidos. De izquierda a derecha: zinc, hierro, combinación de hierro y zinc. Superior tomada por Uwe Bergman, inferior provenientes del SLAC.
Fuentes:
via Tumblr http://historiascienciacionales.tumblr.com/post/52836668593