Un lenguaje complejo en sintaxis, semántica y fonología es uno de los rasgos característicos de los seres humanos. Pero por complejo que pueda ser, lo cierto es que hasta un bebé puede aprenderlo. El chino puede parecernos una lengua sumamente difícil, pero todos los niños chinos la aprenden sin que les tengan que dar clases de gramática; lo hacen de una manera inconsciente, al igual que nosotros aprendimos el español.
Esta observación llevó a los neurocientíficos Laura Batterink y Helen J. Neville de la Universidad de Oregon a preguntarse si el cerebro puede identificar de manera inconsciente algunos aspectos del lenguaje, específicamente la sintaxis. En su campo se da por hecho que sí, puesto que ya se ha probado que la semántica (el significado de las palabras) y la fonología (el sonido de las palabras) se pueden comprender inconscientemente. Pero sobre la sintaxis (el orden y la función de las palabras) no existían datos experimentales directos. Este par de investigadoras diseñaron una serie de experimentos para probarlo y todo indica que lo han conseguido.
Eligieron primero a individuos con rasgos neurológicos similares (de edades parecidas, del mismo sexo, hablantes nativos del inglés y todos diestros) y los sometieron a diferentes pruebas mientras monitoreaban la actividad eléctrica del cerebro con electrodos para obtener un electroencefalograma. Las científicas sabían que se puede producir un arreglo de la señal eléctrica muy característico en determinados sucesos, así que buscaron la firma eléctrica característica al identificar un error gramatical. Le presentaron a los voluntarios una serie de oraciones escritas correctas mezcladas con oraciones incorrectas. “Bebimos el brandy de Lisa cerca de la chimenea en el recibidor” o “Bebimos el brandy de cerca Lisa de la chimenea en el recibidor” son traducciones cercanas a las oraciones que se usaron. Como se ve, en la segunda oración hay un error de sintaxis, donde la colocación errónea del adverbio “cerca” le resta sentido gramatical a toda la oración. Los participantes del estudio tenían que señalar si una oración era correcta o no. La parte ingeniosa del experimento es que las investigadoras distraían a los participantes con un sonido de “bip” mientras les presentaban la oración. Los voluntarios también tenían que decir si el tono del sonido era grave, medio o agudo. Como era de esperarse, si les presentaban el tono antes de la oración, los participantes identificaban mal los errores la mitad de las veces. Si se lo presentaban después, erraban 1 de cada diez veces. Eso significaba que el sonido antes de la prueba los distraía lo suficiente para que dejaran de estar atentos a las palabras. Sin embargo, los resultados de los electroencefalogramas mostraron algo sorprendente.
Aunque los voluntarios hubieran pasado por alto un error sintáctico, la firma eléctrica de sus cerebros era muy similar a cuando sí lo habían identificado. Esto significa que los voluntarios habían notado un error aun sin estar conscientes de ello.
Para las autoras del estudio, esto demuestra que “al menos una porción de las computaciones mentales necesarias para procesar el lenguaje toman lugar fuera de la consciencia, y sólo un subconjunto limitado de procesos son manejados por la mente consciente.”
Así las cosas, tenemos más habilidades para usar el lenguaje de las que suponíamos y tal no vez estemos conscientes de ello todavía.
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Aquí una nota en Sciencedaily.
Aquí el artículo original en Journal of Neuroscience.
En la imagen, Alicia combate al Jabberwock, cuyo poema escrito por Lewis Carroll es completamente correcto en su sintaxis, aunque sin nada de semántica. La ilustración es de John Tenniel. La traducción del poema es de Jaime de Ojeda.
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